Miedo Infantiles

Por: Centro de Educación y desarrollo de la infancia, de la Universidad de Illinois.

Traducción: Dennisse Martínez Morven

Si tu hijo sufre por algún miedo es muy importante que le transmitas tranquilidad y seguridad y le ayudes a superar sus miedos con mucho cariño y comprensión. De una forma general, los miedos suelen aparecer en niños de entre 3 y 6 años. El pequeño todavía no comprende el mundo que lo rodea y tampoco es capaz de separar lo real de lo imaginario. En los primeros años de vida, el niño conoce la existencia de personajes a través de los cuentos, películas, etc., y a la vez, pasa a inventar compañeros y personajes, e incluso situaciones imaginarias.

Algunos miedos llegan a ser perjudiciales para el desarrollo del niño, sin embargo hay otros que incluso, pueden hacer que el niño evite algún accidente. Por ejemplo: miedo a cruzar la calle, a caerse del columpio, a los animales extraños, etc., son miedos que enseñan al niño a ser más precavido en situaciones que exigen más cuidados.

Según los investigadores, los miedos aparecen y desaparecen, a veces, sin darnos cuenta de ello; y cambian a medida que el niño va creciendo. Los niños empiezan a tener miedo a las personas extrañas, a objetos raros, a los ruidos fuertes, a la oscuridad, a la muerte, a los monstruos, a los ladrones, etc. Muchos de estos miedos se ven inducidos por el ambiente externo como las películas, los cuentos, las historias de los amiguitos, y otros están fundados en experiencias negativas en casa o fuera de ella, y de hecho pueden servir a los padres como alarma para identificar situaciones de algún maltrato o abuso a su hijo.

Uno de los miedos más habituales en los niños pequeños es la angustia a la separación de sus padres, el miedo al abandono. Cuando su mamá lo deja en una guardería, en la escuela o con otra persona y se marcha, el bebé o el niño no sabe cuánto debe esperar para volver a verla. Y ahí aparece el miedo a la pérdida definitiva ya que el niño no tiene la capacidad de medir el tiempo. Pero a medida que el niño madura, va conociendo con más profundidad la realidad y así superará sus miedos. Sin embargo, no se puede acabar con todos sus miedos porque éstos también les permiten entender el mundo y sentirse más seguros en su habilidad para luchar contra otros miedos.

¿Qué hacer?

Como el miedo aparece porque alguien o algo se los enseña, desaparecerá cuando haya alguien que lo disuelva. Jamás una madre que tenga el mismo miedo que su hijo podrá ayudarle a sentirse seguro; tendrá que estar segura primero de que, continuar con ese miedo no le facilitará la vida a su pequeño, sino que la entorpecerá. Está claro que hay que tener miedo: es necesario para sobrevivir y diferencias la realidad de la fantasía y a detectar situaciones reales de riesgo como tirarse por la ventana, salir volando, etc.

Es necesario añadir que las diferencias para vivir los miedos siempre serán individuales y muy personales porque habrá pequeños que, aún aprendiendo de situaciones reales con los miedos de sus padres, sean más arriesgados que otros y, por lo tanto, sean menos miedosos. A estos niños no hay que enseñarlos a no tener miedo, sino a enseñarles sus límites. Por ejemplo: que no tiene alas para volar como Súperman.

Otros tipos de miedo

Existen otras formas de miedo; aquellas que surgen con los cambios o como reacción a una situación que el niño haya tenido estable anteriormente y que, de pronto cambie (cambio de casa, escuela, comida, amigos, lenguaje, etc.). Como reacción natural de cualquier ser humano ante algo nuevo, aparece el miedo. A cualquier edad esa reacción es de inseguridad. Cuando hay cambios y al niño no se le explica esa inseguridad es también un miedo.

¿Cómo deshacer el miedo?

Es posible “quitar” el miedo ya que éste es como un “vecino raro” que se instala en casa; si es bien recibido, seguramente se quedará. Es como un mago, si le quitas la magia, perderá su encanto y dejará de ser un mago. Al miedo, como al “Señor de los Anillos” hay que quitarle el poder; con los miedos, el “poder” es el desconocimiento por lo que, hay que explicar, de una forma lógica, lo que produce el miedo al pequeño. Es primordial para quien quiera disolver un miedo quererlo, creerlo y estar convencido de que va a lograrlo; es más, es necesario creer que el miedo no tiene utilidad para el niño dándole una explicación lo más verídica posible. Existen distintos miedos a lo largo de la infancia pero, en todos los casos, es más fácil explicar el miedo como si fuera un mago, un vecino, algo raro pero colectivo para que el niño se quede más centrado.

Estrategias según la edad:

4 a 5 años: contar un cuento inventando algo, un objeto más cercano y conocido por el niño que funcione como “varita mágica de seguridad”. Por ejemplo: en la historia de Dumbo la plumita mágica le dio más seguridad y así perdió el miedo a volar.

6 a 7 años: Acompañar al niño en el miedo, hacerlo sentir seguro, poner humor y/o juegos, desmitificar. Por ejemplo: si el niño imagina personajes en su habitación durante la noche, jugar con una linterna durante el día, apagando las luces, y pretender ser un detective o un pirata buscando un tesoro. Poco a poco tu hijo se acostumbrará a la oscuridad.

8 a 10 años: A esta edad ya se pueden explicar los miedos y dar autonomía al niño al momento de resolverlos. El pequeño tiene que implicarse y estar convencido de que su miedo no tiene sentido. Hay que inducirlo a que opine e invente su propia solución. Hay que respetar los miedos de los niños evitando frases como: “Eres tonto por tener Miedo”, “No seas mentiroso” ó “no te creo”.

Los miedos no son motivos para grandes preocupaciones mientras no interfiera con el desarrollo de tu pequeño; si esto ocurre, no dudes en acercarte con un especialista y recuerda que “Un miedo siempre es verdad para el que lo tiene” (Katam de Jalab Atamatak-Psicóloga).