Despedirse de un ser querido…

El día de ayer trascendió el abuelo de mi hija, un señor amoroso, de mirada transparente, amable, trabajador y excelente ejemplo para ella; falleció después de poco más de 6 meses de tratamientos, quimioterapias y cambios en su cuerpo y en su estado de ánimo.

Hace unos meses escribí un post con consejos para ayudar a tus hijos a decir adiós aunque muchas veces no nos esperemos esa partida (aquí el post) y ahora que me toca usarlos me doy cuenta de que, además de esas analogías y esas conversaciones algo bien bien importante que hay que agregar a esa ecuación es la compañía y la comprensión que podemos darles en esos momentos.

Entender que ellos tienen todo el derecho de estar tristes o sentir enojo y a que no les echemos en cara cambios de humor, el ser empáticos y comprensivos y estar ahí para ellos, regalarles un abrazo o un poco de distancia cuando la requieran.

En los días previos al acontecimiento, en mi mente no dejaba de preguntarme cómo podría acompañarla y guiarla en su proceso, inclusive tomé una sesión de tanatología y ahora que ha llegado el momento me doy cuenta que nuestra intuición y experiencia de vida son suficientes siempre y cuando los pongamos a ellos, a sus emociones y su salud antes que nuestras propias expectativas.

Si algo aprendí de esto, es que cuando ves las cosas desde el punto de vista del amor y del agradecimiento, la sensación de enojo o abandono es sustituída por una de profundo cariño.

Si algo aprendí de esto, es que cuando ves las cosas desde el punto de vista del amor y del agradecimiento, la sensación de enojo o abandono es sustituída por una de profundo cariño.